Salud Pública - Publicado el 20 de agosto de 2021
Brasil, devastado por el COVID, enfrenta una epidemia de hambre.
Al mismo tiempo que el COVID-19 mata a personas diariamente, los brasileños luchan contra el hambre y la inseguridad alimentaria, por lo que niños dejaron de asistir a las escuelas mientras que las señoras piden fórmula para bebé, esto a un año de pandemia COVID-19, lo que confirma que la propuesta del presidente de Brasil sobre evitar políticas de salud pública para controlar el virus ha fracasado.
Un estudio demostró que alrededor del 55% de la población enfrentó inseguridad alimentaria en el 2020 y cada día esta cifra aumenta más lo que confirma que la forma en que el gobierno ha manejado el virus ha profundizado la pobreza y desigualdad. Hoy en día el hambre es un problema grave e incurable en Brasil. Esto se debe a que en el 2014 la economía brasileña entró en recesión y todavía no se había recuperado cuando empezó la pandemia, por lo que el año pasado se suspendieron todos los negocios no esenciales y ordenaron restricciones de movilidad causando desnutrición.
Debido a que el presidente desestimó el virus y sembró dudas sobre las vacunas, este año llevó al colapso del sistema de salud en varias ciudades, por esto mismo la población pide confinamiento, ya que si se hubieran implementado medidas de confinamiento desde el principio habrían salido antes de la crisis económica. Desde el comienzo de la pandemia el precio de los productos básicos aumentó por lo que si no se toman medidas al respecto, cuando el virus finalmente retroceda las familias más pobres tendrán más dificultades para recuperarse.
Fuente: The New York Times
Para más información: https://www.nytimes.com/es/2021/04/23/espanol/covid-brasil-hambre.html