Nutrición Infantil - Publicado el 10 de noviembre de 2023
Hábitos alimentarios y desórdenes del sueño en la infancia
La obesidad infantil representa un problema de salud a nivel mundial y su prevalencia continúa en aumento.
En las últimas décadas, múltiples trabajos científicos han investigado la potencial conexión entre la duración y calidad del sueño y el estado nutricional, indicando que la deprivación del sueño estaría relacionada con un aumento significativo en la ingesta calórica. Sin embargo, los mecanismos patogénicos subyacentes aún están en estudio.
Entre los trastornos del sueño, el síndrome de apnea obstructiva del sueño representa la alteración más frecuente del sueño en personas con obesidad. Por otro lado, la obesidad conlleva alteraciones metabólicas, como la resistencia a la insulina, que puede interferir en los ciclos del sueño y en la modulación del hambre – saciedad. Los niños que presentan obesidad o sobrepeso suelen padecer insomnio y problemas para conciliar el sueño y luego sufrir fatiga y somnolencia durante el día, afectando su capacidad de atención y concentración e impactando en su rendimiento escolar y calidad de vida en general.
El objetivo de esta revisión narrativa publicada en Nutrients, fue explorar la interacción entre la ingesta de alimentos, patrones dietéticos y las alteraciones del sueño en niños y adolescentes con obesidad.
Numerosos estudios epidemiológicos han demostrado consistentemente que la privación del sueño, definida típicamente como 6 a 7 horas por noche, se asocia con mayor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, incluyendo obesidad.
El área hipotalámica lateral y su función endócrina relacionada, son cruciales en la regulación del ciclo del sueño, de la ingesta y del balance energético. Cuando los niveles de glucosa bajan, las neuronas que producen hipocretinas se activan, aumentando la ingesta de alimentos. Mientras que los aumentos en los niveles de leptina, inhiben a estas neuronas, reduciendo la ingesta de alimentos. La deprivación del sueño puede aumentar la actividad de hipocretinas, conduciendo a incrementos del apetito. Estas neuronas potencian el estado de alerta y la actividad física, mientras que reducen el sueño. La deprivación del sueño debilita su habilidad de promover la actividad física y el gasto energético.
La conexión entre el consumo de alimentos, los desórdenes en el sueño y la obesidad en niños y adolescentes es compleja y multifacética.
Con respecto a la influencia de las elecciones alimentarias en la calidad del sueño, la literatura es escasa. No solo la calidad sino también la cantidad de macronutrientes, podrían tener un rol en la patogénesis de las alteraciones del sueño en niños con obesidad. Un mayor consumo de grasas saturadas, ha demostrado tener un efecto más negativo en el sueño que el de grasas insaturadas. Las dietas ricas en fibra, frutas, vegetales y nutrientes antiinflamatorios y bajas en grasas saturadas, parecen promover mejor calidad en el sueño.
El sueño inadecuado podría conducir a mayor consumo de alimentos de baja calidad nutricional, con elevado contenido de grasas y carbohidratos simples y mayor grado de procesamiento.
La menor duración del sueño se ha asociado a mayor consumo de snacks y menor ingesta de proteínas.
Mantener una rutina donde los niños vayan a la cama más temprano se asocia con mejor calidad de la dieta, caracterizada por mayor consumo de frutas y vegetales. Por el contrario, niños que se duermen tarde, tienden a consumir alimentos de pobre calidad nutricional.
En general, la ingesta de alimentos azucarados, la ausencia de una rutina consistente para las comidas y el hábito de mirar la televisión durante las comidas, se asociaron con menor duración del sueño.
Aunque se necesitan más estudios para confirmar la capacidad de ciertos alimentos y patrones alimentarios para mejorar el sueño, según la evidencia científica disponible, algunos posibles consejos nutricionales para niños con obesidad y trastornos del sueño podrían ser: reducir la ingesta de azúcar y grasas y garantizar una adecuada ingesta diaria de proteínas ricas en triptofano, fibras, alimentos ricos en melatonina y alimentos ricos en folato y antioxidantes. Además del folato, otras vitaminas del complejo B, como la vitamina B12, también podrían afectar la calidad del sueño En general, las dietas ricas en fibra, frutas, verduras y nutrientes antiinflamatorios y bajas en grasas saturadas (p. ej., la dieta mediterránea) parecen promover una mejor calidad del sueño.
Futuras investigaciones deberían profundizar en esta relación compleja, incluyendo mayores tamaños muestrales y medidas objetivas del sueño y la ingesta de alimentos, para comprender mejor esta asociación.
Para más información, consultar el artículo original: https://www.mdpi.com/2072-6643/15/22/4736
Fuente: Nutrients
Para más información: https://www.mdpi.com/journal/nutrients