Otros - Publicado el 04 de octubre de 2018

La cagamos cuando la evidencia científica se puso de moda

La cagamos cuando la evidencia científica se puso de moda

Una traducción al español muy desafortunada

La nutrición basada en la evidencia es la adaptación de la llamada, en 1991, medicina basada en la evidencia. Pese a que se ha popularizado el uso del término medicina basada en la evidencia como traducción de evidence-based medicine, dicha traducción no está libre de crítica y de posibilidad de mala interpretación. Según la Real Academia Española (RAE), evidencia se define como la “certeza clara y manifiesta de la que no se puede dudar”, y eso en ciencia no sólo es muy molesto, sino que resulta bastante conflictivo con el principio de refutabilidad. Es por dicha razón que algunos autores prefieren referirse a ella como “medicina basada en pruebas imparciales” (en estudios), sin lugar a dudas una traducción mucho más acertada, pero por desgracia muy poco usada. De hecho, esta traducción resulta tan poco usada que los que escriben estas líneas han preferido usar los términos menos adecuados (o directamente inadecuados) para obtener un mejor posicionamiento del proyecto en los buscadores de la red (ya sabéis, efectos secundarios de las modas).

En consecuencia, debe quedar claro que la nutrición basada en pruebas imparciales (evidencias), en consonancia con la definición proporcionada por el Medical Subject Headings (MeSH) y por la International Confederation of Dietetic Association (ICDA) Evidence-based Practice Working Group, hace referencia a la intención de obtener el conocimiento actual de forma más objetiva y reproducible, con el objetivo de proporcionar una atención nutricional que se guíe por una integración juiciosa de los mejores conocimientos científicos disponibles. Este enfoque presupone que:

* las recomendaciones basadas en pruebas imparciales (evidencias), no permanecen inalterables por los tiempos de los tiempos;

* las recomendaciones se establecen en base al universo de pruebas imparciales (estudios) que existen hasta la fecha, pudiendo ser modificables a medida que se publiquen nuevas y mejores investigaciones;

* la ausencia de pruebas imparciales (evidencias) debe distinguirse bien de la ausencia de eficacia, debiéndose indicar claramente que no existen pruebas suficientes a favor o en contra de la aplicación de dicha recomendación. En este punto deben buscarse nuevas opciones terapéuticas que hayan sido adecuadamente probadas. En caso de no hallarse “alternativas”, el sistema tradicional de obtención de recomendaciones por consenso formal de opiniones de expertos podrá ser tenida en consideración cuando:

  - se distinga bien del resto de recomendaciones,

  - los mecanismos de acción que hacen plausible el efecto esperado estén generalmente aceptados por la ciencia,

  - se interpreten dicha recomendación con mucha cautela y se apliquen teniendo en cuenta una relación riesgo-beneficio incierta y el principio de precaución,

  - se inicie un proceso de establecimiento de alertas de recuperación de nuevos artículos que puedan aportar pruebas al respecto (ya sean a favor o en contra).

* cualquier tratamiento implica un riesgo y evaluar la pruebas imparciales (los estudios, las evidencias) nos hace conocedores de los principales efectos adversos que puede tener la terapia. La aplicación de terapias no eficaces tiene efectos secundarios que afectan la calidad de vida del paciente, la carga de enfermedad del mismoy en consecuencia tiene impacto en el gasto sanitario.

 

Las recomendaciones basadas en pruebas imparciales (evidencias) son el fruto de un proceso complejo y no de la inclusión de una cita al final de una recomendación.

¡Vamos a ir al grano! Si uno quiere encontrar una cita o un conjunto de citas que justifiquen sus teorías o hipótesis, sin lugar a dudas las encontrarán. No pierda el tiempo ni dinero, en la base de datos de PubMed/Medline (de acceso gratuito) se han indexado más de 24 millones de citas, seguro que alguna le servirá. Sin embargo, citar un artículo o un conjunto de cien artículos al final de una recomendación, no la convierte necesariamente en una recomendación basada en la evidencia. Muy a menudo se confunde la nutrición basada en citas (seleccionadas) con la nutrición basada en pruebas imparciales (evidencias).

En el excepcional libro de divulgación científica “Cómo se prueban los tratamientos: una mejor investigación para una mejor atención de salud” (editado con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud y escrito por Imogen Evans, Hazel Thornton, Iain Chalmers y Paul Glasziou, con prólogo de Ben Goldacre; ¡vamos un lujo de publicación totalmente gratuita!) se explica de forma magistral y llana por qué un estudio o la incluso de un conjunto de estudios no puede “casi nunca” ser suficiente para contestar a una pregunta, sino que se debe evaluar toda la evidencia científica pertinente y fiable (capítulo 8, se lo recomendamos).

La Nutrición Basada en la Evidencia se puede resumir en 5 fases. Bajo la apariencia de sencillez de estas 5 fases, en cada una de ellas existe una cantidad de tareas importante que deben tenerse en cuenta para evitar, en la medida de lo posible, la introducción de sesgos durante la elaboración de un sumario de evidencia.

¿Aún cree que toda la gente de la que alguna vez ha dicho la frase “La evidencia científica dice…” sabía de lo que estaba hablando y realmente había seguido las 5 fases?

 

Descargar el libro “Cómo se prueban los tratamientos: una mejor investigación para una mejor atención de salud”: http://www.testingtreatments.org/wp-content/uploads/2014/09/C%C3%B3mo-se-prueban-los-tratamientos-2.pdf 

Mas info sobre el Curso de Práctica Basada en la Evidencia para Profesionales Sanitarios: https://goo.gl/YxXmot