Adulto Mayor - Publicado el 06 de septiembre de 2024

Patrón dietético, fragilidad y patologías cardiometabólicas en adultos mayores

Patrón dietético, fragilidad y patologías cardiometabólicas en adultos mayores

Se realizó un subestudio a partir del ensayo aleatorizado ASPirin in Reducing Events in the Elderly (ASPREE) y del estudio de cohortes ASPREE Longitudinal Study of Older Persons (ALSOP). Se desarrollaron índices dietéticos para cuantificar la ingesta de Dieta Mediterránea (Mediterranean Diet Score, MDS) y la ingesta de Alimentos Ultraprocesados (UPF) en una cohorte  de adultos mayores australianos relativamente sanos. Luego, se analizó la relación entre estos puntajes con la fragilidad y patologías cardiometabólicas prevalentes.

Para analizar la ingesta, se utilizó el cuestionario de frecuencia de consumo de la segunda oleada del estudio ALSOP, que incluía 54 ítems. Este cuestionario, solo consideraba la frecuencia de consumo, sin registro del tamaño de la porción, con lo cual no pudo calcularse la adecuación del requerimiento energético ni de macro o micronutrientes.

De los 12.581 encuestados, 165 ya no vivían de forma independiente en la comunidad (solos o con amigos/familiares/cónyuge), por lo que fueron excluidos, quedando 12.416 participantes para el desarrollo y la evaluación de la puntuación. Estos participantes tenían una edad media de 76,9 (RIC 74,6-80,3) años, 6.751 (54,4%) eran mujeres y la media (DE) del IMC era de 27,6 (±4,6) kg/m2. Las mujeres eran ligeramente mayores (77,0 [RIC 74,7-80,5] vs. 76,7 [RIC 74,5-80,1] años, p < 0,001), menos propensas a ser bebedoras actuales (67,1% vs. 81,5%, p < 0,001), más propensas a estar solas en casa (44,5% vs. 19,5%, p < 0,001), y menos propensas a haber completado 13 o más años de educación (37,6% vs. 44,5%, p < 0,001). Hubo más mujeres pre-frágiles y frágiles que hombres (56,3% vs. 40,4%, p < 0,001).

Las personas con un mayor puntaje para el MDS -que representa una mayor adherencia a un patrón alimentario mediterráneo- tenían más probabilidades de ser mujeres, haber completado al menos 13 años de educación formal, puntuar más alto en el 3MS, y ser menos propensos a tener una puntuación CESD-10 consistente con posible depresión. No hubo diferencias significativas en los cuartiles entre quienes vivían solos y quienes vivían con otras personas.

Las puntuaciones para el score UPF fueron más bajas en mujeres que en hombres. Al comparar el 4º con el 1º cuartil, las diferencias numéricas entre las carnes procesadas y la “comida chatarra” y los alimentos azucarados fueron especialmente grandes. Los varones puntuaron más alto en bebidas azucaradas/procesadas y consumieron más pan, carnes procesadas y alimentos relacionados, snacks salados y alimentos azucarados. Aquellos con mayor puntaje de consumo de UPF, era menos probable que fueran mujeres, que vivieran solos y presentaron mayor puntaje en el CESD-10, consistente con depresión.

En el análisis univariante, estratificando por cuartiles y comparando el Q4 con el Q1, el MDS se asoció con menos IMC > 33 kg/m2 (10,2% frente a 13,0%, p < 0,001), menos adiposidad central (52,2% frente a 57,4%, p < 0,001), menos DMT2 (9,1% frente a 11,9%, p < 0,001) y menos hipertensión (70,0% frente a 76,8%, p < 0,001) o ERC (25,0% vs. 33,6%, p < 0,001) pero marginalmente mayor dislipemia (83,2% vs. 80,5%, p = 0,005). También hubo menos fragilidad (9,4% frente a 13,6%) y más no fragilidad (56,2% frente a 46,7%) al comparar el Q4 con el Q1.

Al comparar el Q4 con el Q1 para la puntuación UPF, una mayor ingesta de UPF se asoció con un menor IMC < 23 kg/m2 (12,8% vs. 16,2%, p < 0,001), cantidades similares de adiposidad central (53,6% vs. 56,1%, p = 0,013), y ninguna diferencia en la proporción de DMT2 (10,0% vs. 9,8%), hipertensión (72,9% vs. 74,2%), o ERC (30,0% vs. 28,3%). No hubo diferencias significativas en la fragilidad entre cuartiles (p = 0,183).

Incluso al ajustar el análisis por factores sociodemográficos y de estilo de vida, un puntaje elevado para MDS se asocia con tasas reducidas de hipertensión prevalente, ERC y fragilidad. Del mismo modo, una mayor ingesta de UPF se asocia con fragilidad.

Mejorar la adherencia a la Dieta Mediterránea es un mensaje de salud pública factible y se alinea con muchos principios de alimentación saludable. La relación causal entre el consumo de alimentos ultraprocesados y la fragilidad debería estudiarse más a fondo dada la comodidad que estos alimentos proporcionan a una población cuyo acceso a alimentos no procesados puede estar limitado debido a factores socioeconómicos.

Para más información, acceda al artículo original: https://www.mdpi.com/2072-6643/16/17/2978

Fuente: Nutrients

Para más información: https://www.mdpi.com/journal/nutrients